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jueves, 6 de agosto de 2009

¿Esta cerca el Fin del Mundo? (Tercera Parte): El Libro del Apocalipsis

La última entrada correspondiente a esta serie de posts trata acerca de un análisis del libro que tal vez haya suscitado más especulaciones, controversias y debates entre expertos, teólogos o aficionados a las teorías de conspiración. Nos referimos al Libro del Apocalipsis, comúnmente visto como un compendio de extrañas metáforas, seres fabulosos y sucesos cataclísmicos ha dado pie a todo tipo de interpretaciones acerca de sus descripciones. La mayoría de estas teorías se encuentran establecidas dentro de un marco de “Fin del Mundo” y tratan de relacionar las profecías del Apocalipsis con sucesos previos a una gran catástrofe mundial que destruiría la civilización como la conocemos. Sin embargo, todos estos intentos han fracasado, se ha relacionado a las figuras del Apocalipsis personajes como Napoleón Bonaparte, Hitler, Stalin, Bin Laden así como hechos como la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la Guerra en Medio Oriente, el atentado a las Torres Gemelas, etc, etc. Todos esos personajes y sucesos han venido y se han ido y después de tomar su turno correspondiente como “bestias apocalípticas” y como “batallas de Armagedón” han desaparecido dejando seguir el curso de la Historia. Si todos estos intentos por asociar estos personajes a las figuras del Apocalipsis han fallado ¿cómo sabremos quienes serán los correctos? ¿o cuando sucederán todas las profecías anunciadas en aquel Libro?

A continuación haremos un análisis del Libro del Apocalipsis basado en el libro titulado “La Cena del Cordero” de Scott Hahn. Cabe aclarar que la tesis del libro no es una idea nueva, sino que se encuentra en distintos documentos que datan desde los tiempos de los primeros padres de la Iglesia, algunos discípulos cercanos a los 12 Apóstoles. Para empezar, y contrariamente a la idea popular, “Apocalipsis” no significa “Fin del Mundo”, sino “Revelación” y trata principalmente sobre la “parusía”. Este término “parusía” es comúnmente utilizado para hablar de la segunda venida de Cristo, sin embargo su traducción literal vendría a ser “presencia” por lo que el Libro del Apocalipsis es una “Revelación” sobre la “presencia de Cristo”. ¿Se refiere al Fin del Mundo? A estas alturas deberíamos empezar a dudarlo ya que Juan, su autor, no hace mención directa sobre esto. Entonces, ¿a qué se estaba refiriendo Juan en el Apocalipsis? ¿Qué nos quería “revelar”? La dificultad para descifrar esta revelación plagada de figuras extrañas, animales fantásticos, signos portentosos y batallas cataclismicas es que el Libro en sí no tiene una clara estructura, no sigue un argumento lineal donde podamos encontrar un hilo, sino más bien presenta hechos aparentemente inconexos pero que se suceden uno tras otro. Es ahí donde se encuentra la principal dificultad para encontrar una interpretación que cuadre con el Libro, sin embargo esta podría ser también la llave que desbloquee el misterio que lo rodea. Debido a esta aparente falta de continuidad, los expertos analizan el Libro dividiéndolo en tres partes:
  • El mensaje a las Siete Iglesias: Después de una breve introducción, donde se presenta a Jesucristo como sacerdote, Juan envía siete cartas a siete Iglesias ubicadas en Asia menor, invocando con mayor o menor severidad, un arrepentimiento y a permanecer fieles en la fe.
  • El Libro de los Siete Sellos: Juan tiene una visión del Cielo donde se encuentra Dios en el trono de su gloria, rodeado de cuatro viviente, un león, un toro, un hombre y un águila (la tradición los relaciona con los cuatro Evangelistas) que le cantan sin cesar “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el Señor del Universo, Aquel que era, que es y que viene” (Ap 4, 8). También le dan gloria 24 ancianos o presbíteros (la palabra griega utilizada originalmente es “presbyteroi”), los cuales preguntan quién es digno de abrir los sellos del Libro. El único digno es el Cordero que se encuentra de pie, a pesar de haber sido sacrificado, siendo figura de la muerte y resurrección de Jesucristo. El Cordero toma el Libro y va quitando cada uno de los siete sellos, trayendo con esto una serie de sucesos. Con la apertura del séptimo sello suenan siete trompetas, cada una trayendo otra serie de sucesos cataclísmicos.
  • El Drama Divino: Después de la séptima trompeta comienza una serie de hechos las cuales son denominados “el drama divino”. Inicia con la aparición de la mujer vestida de sol, cuyo primogénito gobernará a todas las naciones, haciendo clara alusión a María y su Hijo Jesús. Esta mujer es perseguida por un dragón el cual junto con la bestia y el falso profeta traerán engaño y mentira al mundo. Después de esto, son vertidas siete copas o cálices, trayendo esto otra serie de sucesos y calamidades. Finalmente el dragón, la bestia y el falso profeta son derrotados, aparece la Nueva Jerusalén, esposa de Cristo, finalizando el Libro con las bodas del Cordero.

Si bien el Apocalipsis está plagado de una serie de símbolos y signos extraños, no debemos perder de vista un punto. Aquellos símbolos que más disparan la imaginación de los escritores son los que menos aparecen (el tan temido y controversial 666 solo sale una vez) y casi no tienen relevancia alguna. Sin embargo aquellos signos pequeños y que no llaman la atención, son los que dominan el relato, veámoslos: los presbíteros, el altar, el gloria, el “santo, santo, santo”, el aleluya, las cartas que preceden a la lectura de un Libro, los cálices, el incienso, el sacerdocio de los fieles, los candeleros, el Templo, la cena, sin mencionar que el Cordero es mencionado 28 veces en 22 capítulos. ¿Dónde hemos visto todo esto? ¿Dónde se presenta al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”? No podemos negar que hay más de una coincidencia entre el Apocalipsis y nuestra Misa dominical, más aun si vemos la estructura de la Misa. La Misa tiene dos grandes partes, después de una introducción de entrada se encuentran la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía. Es la misma estructura que presenta el Apocalipsis, donde después de una introducción se hace lectura de las cartas a las siete iglesias y la apertura de los sellos del Libro. La segunda parte, el drama divino, se encuentra dominada por los siete cálices y termina con las bodas del Cordero, el encuentro de la esposa de Cristo, la Nueva Jerusalén, la Iglesia, con el Cordero de Dios, de la misma forma como en la Misa nos acercamos a la comunión con Cristo inmediatamente después de reconocerlo como el Cordero de Dios. ¿Nos está hablando Juan de la Liturgia de los primeros cristianos? Al menos podemos notar que utiliza elementos de la liturgia así como su estructura como columna vertebral del Apocalipsis. Recordemos que, así como ahora el instrumento musical oficial litúrgico es el órgano, en la época de los primeros cristianos lo era la trompeta, las siete trompetas, los siete cálices, los siete sellos del Libro, las siete cartas, las siete Iglesias, los siete candeleros, son todos elementos litúrgicos, y la estructura utilizada en el libro es también la de la Liturgia. Es inevitable notar que el Apocalipsis y la Liturgia también comparten el mismo mensaje: el pueblo cristiano que se mantiene firme en su fe a pesar de las pruebas y va al encuentro con Cristo junto a su esposa, la Iglesia, en la Cena del Cordero. Ahora vemos que cuando el libro del Apocalipsis nos habla de la Parusía o presencia, se refiere a la presencia actual de Cristo, su presencia en la Eucaristía y la revelación que hace se refiere a la revelación de la liturgia de los primeros cristianos, liturgia que los llevaba a un encuentro con Cristo vivo y reinante.

¿Significa que el Apocalipsis no nos habla de la segunda venida de Cristo? No podemos afirmar eso, recordemos que Cristo es presentado en el Apocalipsis como el que Es, el que era y el que ha de venir, por lo que el Apocalipsis nos habla también de todo eso, de su primera venida, de su presencia actual y de su segunda venida. Y para reconocerlo debemos reconocerlo en todas ellas, reconocerlo en su vida histórica, estando a la espera de su vuelta en el Juicio Final y también acercándonos a su presencia Eucarística en la Misa de cada Domingo. Así que si alguno desea vivir en carne propia los hechos del Apocalipsis, no es necesario que espere ansiosamente el Fin del Mundo, solo basta asistir a Misa cada Domingo y aplicar las palabras de Cristo, “el que tiene ojos, que vea”.